Más allá de estar plenamente
convencida de que EL es el mejor pediatra del universo, los motivos por los que
lo elegí y lo conservo no se limitan a lo estrictamente médico. Lo elegí,
además, porque cuando lo conocí en la charla pre-parto me hizo reír; y lo
conservo, además, porque nunca, jamás, en ninguna circunstancia, me dijo
“mami”.
Ok, yo entiendo que nosotras no nos
pasamos una cantidad de años estudiando cosas dificilísimas y palabras
impronunciables, que no dormimos nunca en la guardia de un hospital público,
que no sabemos la diferencia entre ibuprofeno y paracetamol (salvo que uno hay
que dárselo cuando tiene más de 38 y el otro cuando tiene menos, o al revés);
pero eso no necesariamente nos convierte en idiotas. Los ejércitos de mujeres
que día a día nos sentamos frente a los escritorios de los Pediatras y
Especialistas con el alma en un hilo para escuchar sus sabias palabras, y
echamos raíces durante interminables
horas en sus salas de espera para que ellos, dioses del Olimpo, le toquen la
pancita a nuestro bebé, somos en su mayoría por lo menos, seres pensantes. Es
más, muchas somos profesionales, hicimos otras carreras en las que estudiamos
cosas casi tan embolantes como las que estudiaron ellos, tenemos trabajos en
los que damos instrucciones que otros acatan (no deberían, por lo menos en el
puerperio), y somos capaces de leer un termómetro de mercurio sin colapsar. En
resumen, estamos más o menos en el mismo eslabón de la cadena alimenticia que
ellos (decir que somos de la misma especie sería mucho) ….entonces… ¿por qué?,
¿por qué?, ¿por quéeeeeeee nos tratan como a descerebradas????.
Ok, admito que en ocasiones nos
comportamos como tales, pero muchas veces es porque ignoramos cosas que para
ellos son básicas, pero nosotras no tenemos por qué saber!!! Yo soy abogada, y
creo que si le preguntara a alguno de los Especialistas cuál es la diferencia
por ejemplo entre un recurso administrativo y uno judicial, harían agua igual
que yo cuando ellos me dicen que hay que hacerle una “esofagogastrointestinal”
a mi pulga, y no me dán ningún dato sobre qué vendría a significar eso.
Y la apoteosis del tratamiento
condescendiente que nos dispensan los Pediatras y Los Especialistas, es la
alocución “mami”, que va indefectiblemente delante o atrás de cualquier indicación,
pregunta o comentario que nos dirijan. “Sacale la remerita, mami”, “mami,
cuántas veces hizo caquita floja?”, “mami, dame la credencial que te hago una
recetita”, “escuchame, mami, 2 gotitas por cada kilo del bebito, acordate, 2
gotitas, si pesa 8 kilos cuántas gotitas son?” 16!! Son 16 gotitas! No puedo
diagnosticar el reflujo, pero la tabla del 2 te juro que la sé! Y puedo
comprender el concepto de “2 gotitas” sin que me lo taladres. Es enervante,
puedo bancarme, haciendo un esfuerzo, el abuso del diminutivo (los que son
chiquitos son los pacientes, no necesariamente los sustantivos), pero el “mami”
es más fuerte que yo, me brota.
Repito que EL es un
“anti-mamista”…no te larga un “mami” ni a ganchos, lo cual contribuye mucho a
que yo le pueda prestar atención al resto de lo que me está comunicando; pero
ponéle que TU Pediatra muerde banquina y te trata de “mami” cada tanto…qué sé
yo…medio que se la podés perdonar. Después de todo, si vos lo llamás a las 9 de
la noche para decirle que te vas a Punta y querés saber si tu tesorito puede
ser alérgico a las aguas vivas, lo mínimo que te merecés es que te diga “mami”.
Pero cuando vas a lo de un especialista (ya hablaremos de ellos) es mucho peor,
porque ahí no hay confianza. El flaco te vé una vez cada tanto y se cree con
derecho a “mamiarte”.
No sé, capaz piensan que nos gusta,
que como la maternidad es la plenitud de la mujer y todo eso para nosotras es
un honor que nos digan “mami”. No podemos negar que el “mami” tiene (o tenía,
antes de los 8 kilos mal distribuidos de los que hablábamos en el post
anterior) una connotación de piropo albañileril, así que si andás muy
necesitada de reafirmación podés interpretarlo como que te está diciendo que
todavía estás buena. Pero a mí me suena a ninguneo.
Y ni intentes tratar de neutralizar
el “mami” con un “doc” o algo así; porque te juro que les gusta!!! En donde les
mandás un “doc” es clavado que el flaco se empieza a hacer el banana, te habla
en tercera persona y ahí sonaste, la consulta se fue al tacho y no podés
registrar una palabra más de lo que te está diciendo. He tenido que hacer
ejercicios de respiración controlada para poder mantener el foco durante una
conversación con especialistas mamieros, repitiendo el mantra
“lohagopormihijalohagopormihijalohagopormihija”
No pretendo que me llamen por mi
nombre –aunque si saben dónde queda el fémur deberían poder retener durante 10
minutos el nombre de la persona que tienen enfrente- pero, ¿no me pueden decir
“señora”, “señorita”, “che”, “vos”, “flaca”, “gorda” o cualquier otra cosa??? O, ¿por qué no?,
simplemente “tenela así la ausculto”, sin aditivo alguno.