Ya algo esbozamos sobre la
complejidad inherente a la relación con TU Pediatra. Hoy vamos a profundizar sobre una de las muchas
razones por las cuales la dinámica con EL no es tan sencilla como, digamos, la
relación con tu dentista: el padre de la criatura. ¿Por qué? porque salvo que
seas madre soltera (lo que facilita mucho algunas cosas), o que tu pareja sea
otra mujer (en cuyo caso ambas sufrirán el SEP con la misma intensidad y sin
conflicto); el señor que puso la semillita siempre termina siendo una especie
de tercero en discordia.
Seamos sinceras, por mucho que
adores a tu marido, para lo único que querés que te acompañe a la consulta con
TU Pediatra, es para llevarte el bolso de los pañales e ir a estacionar el auto
–o a lo sumo, para entretener al monstruo mientras vos tratás de retener todo
lo que EL te está diciendo. Pero la verdad es que no dá para decirle que te
banque en la sala de espera, no porque a vos no te guste la idea, sino porque
por más que EL tenga una secretaria tetona… Papi no va a querer quedar al
margen: él tiene su dignidad de padre y tiene que entrar a preguntar pavadas
peores que las tuyas, y a dar sus puntos de vista, siempre inconsultos, sobre
la evolución de la tos del chiquitín.
Mayormente, lo que mueve a Papi a
levantar el traste de su oficina un miércoles a las 15.40, y acompañarte a
llevar al personajito al Pediatra es… Los Celos. Sí, no te rías, tu marido le
tiene celos al Pediatra. No es que piense seriamente que te lo querés levantar
–cuando se trata de la salud de tu pichón no registrás si quien le está mirando
los oídos tiene la cara de George Clooney o la de George Washington- ni mucho
menos que EL te quiere levantar a vos (con los 8 kilos mal ubicados que te
quedaron del embarazo, y el constante desequilibrio emocional que exhibís en su
presencia); sino simplemente que intuye que no podés vivir sin EL, lo cual es
enteramente cierto y no tiene sentido negar, como ya explicamos.
Hay que reconocerle a Papi que sus
celos con respecto al Pediatra son un poco culpa de EL. La mayoría de los
Pediatras (así como la mayoría de los obstetras) le habla solamente a la mamá
(o embarazada), casi como si el padre fuera un holograma. Desconozco los
motivos por lo que esto ocurre, pero el hombre –que en la sala de espera
todavía conserva cierta entidad- entra al consultorio y automáticamente es
ignorado por su mujer, por el Pediatra, e incluso por el bebé. Papi queda
paradito ahí, en su personificación de perchero y nadie se percata de su
presencia hasta que pregunta alguna boludez como hacerse notar, y alguno de los
2 adultos involucrados le contesta con un monosílabo, sólo para automáticamente
seguir todos en la suya.
Vos, ante las escenitas de celos de
tu maridos, podés reaccionar de varias maneras, dependiendo de tu propia
inestabilidad mental: (i) si sos medio perra o pensás que él te caga con su
secretaria, lo incentivás para que crea que de verdad hay algo (de esa manera,
como beneficio colateral, te asegurás tener chofer para todas las consultas);
(ii) si el puerperio te pegó mal, armás un escándalo lacrimoso porque tu marido
no confía en vos e insinúa que sos medio rapidita; y (iii) si sos una persona más o menos
razonable…lo ignorás olímpicamente, porque con todo lo que tenés entre manos te
dá fiaca dedicarle energía a tratar de que tu marido comprenda lo que para vos,
tu hermana, tu vieja, y tus amigas es obvio: que ese señor no es para vos un
hombre, sino, como dice mi mamá que es medio espamentosa: un ángel de la
guarda.
Pero convengamos que por más que te
hagas la superada, la ofendida o lo que quieras, tu media naranja algo de razón
tiene. Vos, en más de una ocasión hubieras dado la mitad de tu licencia por
maternidad por estar casada con EL. De nuevo quiero aclarar que no se trata de
atracción, no hay nada menos erótico que discutir sobre si la caquita es verde o
más bien tirando a amarilla; pero saquémonos las caretas ¿de qué nos sirve un
abogado, un arquitecto o un ingeniero cuando nuestro hijo tiene fiebre a las 3
de la mañana?. Exacto, de nada, encima se pone nervioso y tenés que lidiar con
2 criaturas alteradas.
Creo que la mejor forma de
explicarlo es la analogía con el embarazo: ¿quién no quiso, en algún momento de
su primer trimestre comprarse un ecógrafo para asegurarse que la arveja humana
que tenía adentro seguía latiendo??? Bueno, con el Pediatra pasa más o menos lo
mismo, pero como no queda bien (y es ilegal) comprarte un Pediatra, por
momentos te reprochás el no haber ido a buscar novio a la puerta de la facultad
de medicina; con lo fácil que te hubiera resultado en ese momento, usando toda
la influencia sobre los hombres que tenías a los 23 años (que 10 años y 10 cms
de diámetro de cadera más tarde, ya no tenés), conseguir que el candidato te
cumpliera el caprichito y siguiera la especialización en Pediatría.
La realidad es que por lo que dicen
mis amigas solteras, la calle está dura; y si tuviste la suerte de conseguir un
marido –o concepto asimilable-, que te banque durante todo el embarazo, que no
salga corriendo durante la licencia, ni la lactancia, ni la evolución de la
cesárea, deberías darle prioridad a sus sentimientos. Pero la verdad…es que no
tenés la menor intención de hacerlo. En relación a esta lucha desigual, yo
siempre me acuerdo del capítulo de Los Simpson en el que Marge le dice a Homero
“No me hagas elegir entre mi hombre y mi dios, porque perderías…”: reemplacemos
“dios” por “Pediatra” (y “mi” por “MI”), y tenemos un panorama cercano de las
posibilidades de éxito que tiene tu cónyuge con sus planteos.
Igual, este post tiene un final
feliz: después de un par de meses, tu marido se dá cuenta de lo infantil de sus
celos (básicamente porque todavía no bajaste los 8 kilos ni se te acomodaron
las hormonas, y se convence de que no hay ninguna posibilidad en el mundo de
que EL te tire onda); y empieza de a poco a darse cuenta que detrás de esa
fachada profesional hay un tipo de carme y hueso que te soporta tan poco -y te
sufre tanto- cómo él, y que con lo desquiciada que estás no te tocaría ni con
un puntero laser. Por suerte, en mi caso particular mi marido ya está en la
etapa de decir que “es un fenómeno”, y lo único que no le gusta de EL es que
sea de Boca.
Hermoso planteo Mami.
ResponderEliminarEn mi caso, marido y padre, ni siquiera tuve la suerte de que la secretaria del pediatra estuviera buena. Todo lo contrario.
Es más, tuve la desgracia de tener un pediatra con uno de esos consultorios tradicionales de Barrio Norte tapizados de madera y con olor a polilla. Y en mi recuerdo ni siquiera aparece un sudoku como para justificar estar al pedo en la sala de tortura (perdón, sala de espera).
Me gustó la idea de hacer tráfico de pediatras, tipo delivery de bebidas. Me imagino el book a disposición de las mamis para elegir el que más se adapta a sus necesidades (y urgencias).
Gracias por compartir.
Gracias HE! Próximamente, post especial sobre salas de espera, secretarias y afines. Sudoku? olvidate! en mi caso mi actividad en la sala de espera consiste en perseguir a mi hija por todo el consultorio y tratar de evitar que haga cosas que después me hagan aparecer en los post de EL!
EliminarBuena idea la del book! creo que nos llenamos de oro!
Muy bueno tu blog. Saludos. Mami